9.8.05
Knownledge I
Autobiografia. Prueba nº2. Electivo Lenguaje.
Capítulo 1
Capítulo 1
Mover el aire, crear sonido.
- Los Gajardo-León somos unas de esas familias que se encuentran en todas partes. Nada especial, nada anormal, total y absolutamente típicas. Asunto que mi madre ama y adora por sobre todas las cosas, porque para ella no hay mejor estado o forma de vida que lo normal. Avelina de las Mercedes es su nombre, pero obviamente es presentada ante la sociedad como popa, negra o panchi, tres apodos que de alguna forma encubren la cruda realidad que le ha tocado vivir al verse obligada a mostrar su verdadera identidad.
Ella es de Talcahuano, nacida y criada en uno de los cuantos cerros que la ciudad que el mítico don Leocán nos entrega. Hermana de dos mujeres y dos hombres, y hermanastra de dos mujeres y un hombre. Alumna regular en el colegio, asunto que avala con una humillante repetición en sexto básico y anécdotas de sus días de enseñanza media por doquier. Quiso ser enfermera pero terminó siendo profesora básica amante de las siestas y el chocolate.
Julio Leonardo es un tipo serio, inteligente y callado. Nace también en Talcahuano, pero a los 12 años la vida le cambia completamente cuando su padre y madre mueren atropellados cerca del lugar donde se encontraban reunidos. Es acogido por sus tías, y sus dos hermanas menores ? de uno o dos años de edad aproximadamente- son llevadas a Quilpue donde otros familiares se harán cargo de ellas. Es el mayor de siete hermanos, de carácter fuerte y autoritario. Tuvo un gran rendimiento académico, y según cuenta, no pololeó hasta que cumplió 21.
Sus caminos se cruzan y se conocen en alguna fiesta que se organizaban en el barrio en que vivían. Mi madre ya cercana a los cuarenta años no encuentra mejor opción que casarse con un joven de apenas treinta y algo.
Después de una serie de problemas y dificultades que se presentan especialmente a causa de la falta de dinero, consiguen donde vivir, y en Agosto de 1985 nace el primer hijo y mi único hermano, Pablo Leonardo. Un niño alegre e inquieto, y el primer sobrino de todos mis tíos por parte de padre. Él es, en mi opinión, cien por ciento Gajardo, no como yo, una León de tomo y lomo. Y es que en mi familia esas dos personalidades nos identifican mucho. Los Gajardo son, en primer lugar, de derecha. Pro-golpe militar, pro-mujer en la casa, pro-hombre manda y no se
habla más. En cambio los León son absolutamente diferentes, de izquierda pero pasivos, liberales en su justo medio, y podría decirse que feministas en el buen sentido de la palabra. Sin embargo estas diferencias no son excusa para que la unión de estas familias se siga concretando, ya que en 1986 Pedro, hermano menor de mi padre, se casa con Cecilia, hermana menor de mi madre. Convirtiéndose así en los Gajardo-León II Y es que parece que eso de que los polos opuestos se atraen es una gran verdad.
La situación en los Gajardo León I sigue inestable, el sueldo de técnico químico que recibe mi padre no alcanza para todos. Repentinamente le ofrecen un trabajo en Calama y sin pensarlo dos veces, acepta. Deciden irse con todo y probrar suerte allá, sin embargo para mi madre no fue del todo fácil. Ella estaba embarazada de mí, y se vieron obligados a viajar en esa fecha porque después de cumplir seis meses encinta el médico no la autorizaría a moverse de la ciudad porque podría peligrar la existencia del, en aquel entonces, feto en potencia.
Su hermanastro, ?el rucio? (aún no sé cual era su verdadero nombre), se encontraba desahuciado de un cáncer al estómago, y mi madre sabía que si viajaba antes de que muriera no podría estar acá para el funeral.
Finalmente decide partir, y luego de tres días de haber llegado le avisan que el rucio había muerto. Lamentablemente, y en alguna medida por mi culpa, ella no pudo estar en la ciudad al momento de realizarse todas las ceremonias de responso.
Pero la pena duró poco, porque meses más tarde, en el hospital regional de Calama, luego de una serie de desmayos en la vía pública y una seguidilla de falsas alarmas de parto a medianoche, un veintidós de enero de mil novecientos ochenta y ocho nace la segunda mujer de los Gajardo: Constanza Soledad, una niña que según decía el pediatra, nacería con un grave problema debido a que en la mayoría de las ecografías aparecía una malformación en la cabeza, y al ser esta de gran tamaño se podría prever que nacería con uno de los tanto síndromes habidos y por haber. Sin embargo nada de eso ocurrió -y si ocurrió no se nota-. Aunque claro, tengo dificultad al ponerme poleras o polerones de cuello muy estrecho y de pequeña usaba camisetas con botones en los hombres para que pudiese entrar sin problemas.
Centro de atención de los tíos sureños que visitan a mi madre el día del parte y de paso aprovechan de pasar todo el verano en la arenosa y subvalorada ciudad del cobre.
- Los Gajardo-León somos unas de esas familias que se encuentran en todas partes. Nada especial, nada anormal, total y absolutamente típicas. Asunto que mi madre ama y adora por sobre todas las cosas, porque para ella no hay mejor estado o forma de vida que lo normal. Avelina de las Mercedes es su nombre, pero obviamente es presentada ante la sociedad como popa, negra o panchi, tres apodos que de alguna forma encubren la cruda realidad que le ha tocado vivir al verse obligada a mostrar su verdadera identidad.
Ella es de Talcahuano, nacida y criada en uno de los cuantos cerros que la ciudad que el mítico don Leocán nos entrega. Hermana de dos mujeres y dos hombres, y hermanastra de dos mujeres y un hombre. Alumna regular en el colegio, asunto que avala con una humillante repetición en sexto básico y anécdotas de sus días de enseñanza media por doquier. Quiso ser enfermera pero terminó siendo profesora básica amante de las siestas y el chocolate.
Julio Leonardo es un tipo serio, inteligente y callado. Nace también en Talcahuano, pero a los 12 años la vida le cambia completamente cuando su padre y madre mueren atropellados cerca del lugar donde se encontraban reunidos. Es acogido por sus tías, y sus dos hermanas menores ? de uno o dos años de edad aproximadamente- son llevadas a Quilpue donde otros familiares se harán cargo de ellas. Es el mayor de siete hermanos, de carácter fuerte y autoritario. Tuvo un gran rendimiento académico, y según cuenta, no pololeó hasta que cumplió 21.
Sus caminos se cruzan y se conocen en alguna fiesta que se organizaban en el barrio en que vivían. Mi madre ya cercana a los cuarenta años no encuentra mejor opción que casarse con un joven de apenas treinta y algo.
Después de una serie de problemas y dificultades que se presentan especialmente a causa de la falta de dinero, consiguen donde vivir, y en Agosto de 1985 nace el primer hijo y mi único hermano, Pablo Leonardo. Un niño alegre e inquieto, y el primer sobrino de todos mis tíos por parte de padre. Él es, en mi opinión, cien por ciento Gajardo, no como yo, una León de tomo y lomo. Y es que en mi familia esas dos personalidades nos identifican mucho. Los Gajardo son, en primer lugar, de derecha. Pro-golpe militar, pro-mujer en la casa, pro-hombre manda y no se
habla más. En cambio los León son absolutamente diferentes, de izquierda pero pasivos, liberales en su justo medio, y podría decirse que feministas en el buen sentido de la palabra. Sin embargo estas diferencias no son excusa para que la unión de estas familias se siga concretando, ya que en 1986 Pedro, hermano menor de mi padre, se casa con Cecilia, hermana menor de mi madre. Convirtiéndose así en los Gajardo-León II Y es que parece que eso de que los polos opuestos se atraen es una gran verdad.
La situación en los Gajardo León I sigue inestable, el sueldo de técnico químico que recibe mi padre no alcanza para todos. Repentinamente le ofrecen un trabajo en Calama y sin pensarlo dos veces, acepta. Deciden irse con todo y probrar suerte allá, sin embargo para mi madre no fue del todo fácil. Ella estaba embarazada de mí, y se vieron obligados a viajar en esa fecha porque después de cumplir seis meses encinta el médico no la autorizaría a moverse de la ciudad porque podría peligrar la existencia del, en aquel entonces, feto en potencia.
Su hermanastro, ?el rucio? (aún no sé cual era su verdadero nombre), se encontraba desahuciado de un cáncer al estómago, y mi madre sabía que si viajaba antes de que muriera no podría estar acá para el funeral.
Finalmente decide partir, y luego de tres días de haber llegado le avisan que el rucio había muerto. Lamentablemente, y en alguna medida por mi culpa, ella no pudo estar en la ciudad al momento de realizarse todas las ceremonias de responso.
Pero la pena duró poco, porque meses más tarde, en el hospital regional de Calama, luego de una serie de desmayos en la vía pública y una seguidilla de falsas alarmas de parto a medianoche, un veintidós de enero de mil novecientos ochenta y ocho nace la segunda mujer de los Gajardo: Constanza Soledad, una niña que según decía el pediatra, nacería con un grave problema debido a que en la mayoría de las ecografías aparecía una malformación en la cabeza, y al ser esta de gran tamaño se podría prever que nacería con uno de los tanto síndromes habidos y por haber. Sin embargo nada de eso ocurrió -y si ocurrió no se nota-. Aunque claro, tengo dificultad al ponerme poleras o polerones de cuello muy estrecho y de pequeña usaba camisetas con botones en los hombres para que pudiese entrar sin problemas.
Centro de atención de los tíos sureños que visitan a mi madre el día del parte y de paso aprovechan de pasar todo el verano en la arenosa y subvalorada ciudad del cobre.
[Manjar para los sapos]